Los pueblos prehispánicos usaban la corteza del árbol de la quina como medicina, lo que indujo al libertador Simón Bolívar a incluirlo en el Escudo Nacional de Perú. Ahora la quina libra una batalla para sobrevivir cuando está en el ojo de algunos científicos al considerar que puede vencer a la neumonía asociada al coronavirus (COVID-19).

Este árbol ancestral cuya corteza es materia prima de la quinina, un alcaloide antipirético, antipalúdico y analgésico, está en peligro de extinción.

La causa, dicen los expertos, es la desatención de las autoridades, que lo han dejado caer en el olvido al punto de que algunos peruanos lo confunden con el ficus o la quinua.

La quina también es materia prima del agua tónica y del amargo de angostura, que se emplea para preparar el pisco sour, el cóctel nacional de Perú.

Los primeros en usar su corteza para aliviar las fiebres y dolores fueron los pueblos precolombinos de los actuales Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela, donde crece el árbol. Siglos después la quinina se usó para tratar la malaria.

El árbol crece hasta 15 metros en bosques húmedos entre 1,300 a 2,900 metros de altitud en las regiones peruanas de Piura, Lambayeque, Cajamarca y en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro.

«Perú cuenta con 20 de las 29 especies de quina que existen en el mundo, pero muchas de ellas ya son difíciles de hallar debido a la deforestación, degradación de los suelos y al crecimiento de las fronteras agrícolas», explica a la AFP el ingeniero forestal Alejandro Gómez, quien ha dirigido proyectos de preservación.

«Su hábitat es muy frágil y están expuestos al exterminio por la quema de grandes extensiones de terrenos para sembrar café y otros cultivos, también por la calidad de su madera», precisa Gómez.

add your comment

Necesitas Ayuda?